SER CARLYLE (DEBE SER MARAVILLOSO)

Robert Carlyle nació en Glasgow en algún año del siglo pasado; molaría decir que era parte de la comunidad del conjunto obrero y que como escocés, aspiraba a algo más que el estrangulamiento anglosajón de la nación de naciones donde nació… pero la verdad es que los intereses de este, siempre fueron otros.

Hablamos de un ser camaleónico que además de berrear “aye, aye”, quiso adentrarse en la piel de los anti héroes y los intentos fallidos de déspotas que resultaron ser terroristas de bar.

Carlyle fue de esos tipos que se crió con un padre y no con una madre, hecho de esa pasta del norte que llegó a habitar en más de cien casas diferentes. Su abuela desempeñó la figura femenina en la vida del chaval; necesaria, pues la masculina estaba constantemente trabajando en su siguiente obra de arte.

A los 16 años dejaría de estudiar; hasta los 22 trabajaría con su padre en el negocio de buscarse la vida, hasta que se topó con su verdadera vocación: la interpretación.

Dió sus primeros pasos en la serie policiaca Cracker (1993), hasta que Danny Boyle descubrió su lado más psicótico y le asignó el papel de Begbie en la fantástica adaptación de la obra de Irvine Welsh, Trainspotting (1996).

Robert cuenta su experiencia así en aquellos años:

“Fue una época muy difícil para mí; me atormentaban los pensamientos acerca de mi madre y el por qué nos abandonó; no obstante, conseguí encauzar todas esas emociones y utilizarlas de combustible para este papel”

Y vaya que sí pudo descargarse de lo lindo; sin salirse de sus pasos de baile ni su indumentaria callejera, en el 1997 interpretaría la comedia británica “The Full Monty”, donde interpretaría a Gave “Gaz”, un buscavidas de Sheffield en paro que sueña con el reconocimiento de su hijo y ver a su pal “Dave” tener la autoestima tan cargada como sus cajetillas de cigarros. Cabe destacar la aparición de Tom Wilkinson (RocknRolla, 2008) que junto a las referencias futbolísticas y a los planos que se hacen del enladrillado local, ambientan de una forma sólida toda la trama.

Para la década de los 90, Carlyle ya era todo un icono dentro de la cultura “Cool Britannia” que se movía por aquel entonces; hizo muy buenas migas con el artista Damon Albarn (Blur, Gorillaz) y con el cerebro manso de los Gallagher, el mismísimo Noel “The Chief”.

No tiene por qué ser así y, aunque el actor nunca ocultó su fama ni sus ganancias, siempre se mostró humilde y cercano al mundo de la creación y la estética más que a las pijadas degeneradas de Hollywood, y es por eso que participó en metrajes como el de “Little By Little” del cuarto disco de los mancunianos (Standing On The Shoulder Of Giants, Oasis, 2000) en el que se ganaría un hueco estético a la altura de icónicos actores como Phil Daniels (Quadrophenia, 1979).

Aun a día de hoy Robert se muestra como un perfil tranquilo y agradecido, y después de consolidar su carrera en una secuela para la Trainspotting de Danny Boyle (originalmente Porno de Irvine Welsh) y una interpretacion sin crédito (haciendo de Lennon en la película Yesterday), este se prepara para protagonizar una nueva serie.

“The Blade Artist” es la continuación de la trama de Francis Begbie tras los acontecimientos de Trainspotting, en la que el escocés encabezará seis capítulos (según han dado a entender informaciones filtradas) que sirvan de encaje en el puzzle entre el lapso que existe dentro de la saga.

El propio Bobby cuenta en las últimas entrevistas que es algo que tardará en llegar a las pantallas, y que aún el tándem Welsh-Boyle tiene que consensuar ciertas decisiones, pero todo apunta a que el arte será el concepto que se trabajará en forma de metáfora o estética.

Personalmente, y aunque esté cargado de tópicos y parezca no ser algo novedoso, opino que si este proyecto no se estanca y llega a salir algún día, será un placer poder disfrutarlo, pues conociendo un poco la manera de trabajar de nuestro querido Robert Carlyle y su estigma del arte, podría ser su obra cumbre.